El SUAVIZANTE, ese gran mito de la suavidad y esponjosidad que transfiere a la ropa, sin embargo, no siempre el resultado es el esperado.
Hablemos de las toallas, cuando compramos unas toallas lo primero que decimos es:
¡Sobre todo que sequen!
Sí, esa es siempre la primera característica que pedimos de la toalla, luego influye en otros factores como el gramaje o mejor dicho el grosor de la toalla, cuanto mayor sea el gramaje por m2 el poder de absorción será superior.
Ahora imaginemos que compramos la toalla con un gramaje de 600 gramos por m2, el problema viene a la hora de lavarla, siempre antes de usarla hay que lavar la toalla como si estuviera sucia, es decir, hay que lavarla con jabón.
El error que cometemos todos y esto puede variar según en la región o comunidad donde vivimos, es que le ponemos suavizante a las toallas de rizo de algodón para que tengan más suavidad y estén esponjosas como el primer día, y eso, por desgracia no lo volveremos a conseguir.
Ya que el factor primordial que muchas veces provoca que nuestras prendas de rizo de algodón queden ásperas, resecas y duras es por desgracia la cal que contiene el agua.
Por eso ponemos más suavizante de lo normal cuando preparamos el lavado y lo que estamos provocando es el efecto contrario al deseado.
Tanto suavizante lo que provoca es como una película en el rizo haciendo que se empape la toalla y NO seque, dejando nuestra piel mojada.
Por eso la mayor solución es no utilizar suavizante, lo que conseguiremos de esta manera es el efecto deseado, es decir, la toalla seguirá dura, áspera y reseca, pero como contrapartida en cuanto tenga contacto con el agua esta (la toalla) la absorberá y dejará nuestra piel seca, que esta es la función del rizo de algodón, absorber y secar.
Un último consejo, si tienes secadora aprovéchala para poner tus toallas, quedaran entonces súper esponjosas y suaves 😉